martes, 2 de febrero de 2010

Lo que no te conte:

Hace mucho tiempo que nadie pregunta por mí. Me lo dijo Don Temo cuando regresé y no tenía por qué mentir. Preguntó por mi mujer. Le dije que estaba bien para no entrar en explicaciones. Me costó mucho regresar aquí, sentía no sé qué de encontrar el depa vacío. La verdad es que no la he podido olvidar. Tenía un carácter muy difícil, estaba acostumbrada a hacer lo puro que se le daba la gana, nunca tuvo freno; yo al contrario, siempre he sido igual. “Tu, de veras – me decía- que ni hueles ni apestas.” Porque me daba igual ir al cine o a bailar, comer tacos o hamburguesas. Y me daba lo mismo porque estaba con ella, pero eso nunca se lo dije. Yo sabía que a veces me tenía miedo. Cuando despertaba y yo estaba viéndole de muy cerca los vellitos del cachete, se asustaba mucho. Nunca he sabido expresarme. Si hubiera podido decirle cómo era su risa, ella habría entendido qué tanto me gustaba oírla, verla contenta. Nunca pude decírselo y eso que por su risa y por su cuerpo me fui con ella.

Hace mucho tiempo que no había venido aquí. Todavía está el refresco que dejé destapado, las dos tazas. Supongo que el hecho de no tener familia le hizo mucho daño. Era huérfana y por eso no sabía qué estaba bien y qué estaba mal. La última vez que la vi, estaba dormida. Sentí alivio porque toda avenida Coyoacán de camino a casa había estado pensando que la iba a encontrar con alguien en mi cama. Me quité los zapatos y me acerqué a gatas para olerla, oler las cobijas, para saber si había estado con alguien. Como siempre se asustó conmigo cuando abrió los ojos y empezó a insultarme. Entré a la cocina para tranquilizarme y ella entró mucho rato después. No podía quitarme de la nariz el olor de las cobijas. Como para arreglar las cosas me preguntó si quería un café; tenía agua hirviendo en la estufa. Ni siquiera sentí lo caliente de la olla cuando le eché el agua a la cara.

He tenido mucho tiempo para pensar en mis actos. No me arrepiento. En el fondo lo hice para que nadie la volteara a ver, para que nadie quisiera tocarla. El doctor dice que no va a quedar bien. Me voy a tener que tragar mi orgullo y mañana la voy a buscar para pedirle que regrese a casa. Creo que soy capaz hasta de hincarme si me lo pide. Algo me dice que sí va a volver y va a tener que entender que estando así, toda quemada, yo soy el único que la puede querer todavía.

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1 comentario:

  1. Chingón! Qué buen personaje, qué mundo tan vívido. Un abrazote!
    Carolina Politti

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