martes, 22 de febrero de 2011

Sobre el pensar de un actor:

Indudablemente los artistas no podemos ver la vida como los demás, ni siquiera tenemos la capacidad, nuestro horizonte esta expandido, nuestros sentidos dilatados, nuestra percepción alterada constantemente. ¿Quién no se ha sentido perturbado ante la fría y desmembradora mirada de un artista plástico?, en el caso del actor todo se traduce a acción, ¿Cómo ve la vida un actor? , ¿Cómo piensa la vida un actor? En la acción, creo yo; el pensar de un actor de funda en la acción. ¿Cómo es esto?, pues fácil, en mi experiencia he pasado mucho tiempo intelectualizando lo que me pasa, o simplemente aprendiendo mas por los métodos racionales, sin embargo no es hasta que acciono todo eso que pienso que realmente mi cuerpo lo asimila, es decir, pienso que el pensar del actor se basa en algo mas visceral, en una experiencia tangible, en el procesar del cuerpo, pues.

“El ser humano esta donde su mente esta” me repitieron incasablemente en la escuela, tal vez la mente esta donde el ser humano va, pues pienso que al menos en el actor, reitero, es necesario pensar con el cuerpo. Pensar implica muchas operaciones mentales, y no solo racionalizar, creo que para un actor eso que sentimos en el estomago al estar en la escena frente a los espectadores tal ves es el mejor pensar que podamos lograr, pues estamos en ese otro horizonte llamado ficción, donde nos es posible pensar lo que queramos, por ende ser eso que queramos. La ficción es solamente mientras dura, la ficción nos permite ser a nosotros, la ficción permite a lo otro ser, la ficción es un invento humano, sin embargo existe una ficción natural, con la que yo análogo la ficción teatral: los sueños. Para mi la ficción es un sueño traído al horizonte del mundo. Es allí donde radica el pensar de actor.

Los sueños son en parte producidos por nuestra memoria, al igual que lo que ocurre sobre el escenario, en parte son representaciones de nuestros referentes, en parte son manifestaciones de nuestro inconsciente, los sueños al igual que la ficción son verdaderos solo mientras duran, y como la pasión, se consumen mientras duran, también como la ficción. Los sueños como estructura mental están situados dentro de nuestra memoria, están a su ves situados en el horizonte de otra ficción: la memoria. A diferencia de la ficción teatral, los sueños son dados, no los producimos conscientemente, la ficción artística si es consiente. Yo me cuestiono sobre un misterio aun mayor ¿Cómo crear un sueño estando despiertos?, ¿Cómo habitar un mundo onírico conscientemente? Indudablemente nuestro pensar, por lo menos de manera inconsciente radica allí. Vamos siguiendo nuestro cuerpo, que habita el horizonte que nuestra mente le dice.

Por otro lado el teatro es un arte que se fundamenta en el trabajo del actor. Si el actor falla, todo lo demás se viene abajo. Nada más importante, para quien quiera pensar algo sobre el teatro, que entender en qué consiste el pensar de un actor al interpretar un personaje. Para poder asumir la identidad y la forma de otro (el personaje), el actor tiene que aprender a dejar de ser él mismo, abandonar durante cierto tiempo su yo, valla reto, como se cuando me pienso a mi mismo, o ¿al crear un personaje retomo pensamientos universales de la humanidad?, ¿al entrar al a ficción estoy habitando ese horizonte de las grandes situaciones sin resolver de la humanidad?, ¿Toda esa responsabilidad recae sobre mis hombros en esos momentos? , ¿Es ese mi pensar? Durante la interpretación el yo social y personal del actor se borra, pasa al fondo, se retira a la penumbra de la conciencia. En su lugar aparece “otro yo” Mis pensamientos racionales desaparecen tan solo para repartirse por todo el cuerpo, es pues ese momento cuando empiezo a “pensar con las rodillas” o con cualquier otra parte del cuerpo, pues el proceso pasado, sin embargo, no anula “la conciencia de sí mismo”. Si la perdiera, se volvería loco y espantaría a los espectadores. Entonces, tengo que ser capaz de guardar mi “pensar “donde mas lo necesite dependiendo del horizonte que este habitando. El teatro te lo pide todo, al grado de anular mi conciencia. Indudablemente porque dentro de nuestro pensar nos faltan algunas respuestas todo es para conseguir un momento de verdad sobre la escena, irónico, si se piensa que somos mentirosos profesionales. El actor se desprende de sí mismo y se arroja a lo desconocido, pero con control, el pensar del actor es pues, la única ancla que nos mantiene unidos al a realidad.


Y sigo refiriéndome a “el pensar del actor” no como un proceso de racionalización o interpretación, si no mas bien a un estado perceptivo alterado en relación con los demás humanos. En escena el actor es, ante todo, “un ser que siente”. Sentir no es lo mismo que emocionarse. El discurso sobre las emociones, como si éstas fueran la esencia del teatro, no tiene en cuenta esta distinción fundamental. Diderot frente a Strasberg. Me quedo con Diderot. Ese sentir para mi es el pensar, el pensar de un artista, el pensar de un artista de la acción. Para que un actor pueda ocupar el lugar del personaje tiene que dejar espacio en su mente y en su cuerpo para que ese “ser etéreo” y ficticio se encarne, se haga visible. El personaje viene del “más allá”, es “un aparecido” que no tiene cabida mas que en el espacio del inconsciente que el actor despeja de su mente, de su pensar.
Así en el actor, esto sucede al desplazar su yo hacia un rincón de la conciencia, algo nuevo e imprevisible surge: la mirada del actor se libera, la voz del actor se libera, el gesto del actor se libera, el cuerpo del actor sigue su propio impulso creativo. Su mente se libera, su pensar vuela.




©Enrique Marín