Caminando por el barrio Montmartre doblando la vuelta en una
esquina cualquiera se encuentra el parque dedicado a Marcel Aymé, narrador y
dramaturgo francés cuya obra combina lo maravilloso con los hechos de la
realidad cotidiana. Nacido en la región de Borgoña, pasó su infancia en el
campo. A mediados de su vida tuvo una marcada inclinación por el género
fantástico, que se manifiesta en sus
colecciones de relatos Le passe-muraille (1943) es al protagonista de esta
historia, Garou- Garou, a quién se le dedica esta plaza. Léon, un humilde
funcionario, tiene la rara habilidad de caminar por las paredes, por gruesa que
sean. Un día, él se enamora perdidamente de una ladrona encantadora, Uzan. Con
el fin de impresionarla se hace pasar por Garou-Garou, un gánster peligroso. Es
el amor hacia ella lo que le quita sus habilidades, dejándolo incrustado para
siempre en una pared, en este mismo barrio, donde podemos contemplarlo
eternamente. Es como si la ubicuidad gris del mundo devorará con tranquilidad
el brillo inesperado de lo imposible. Pero Marcel Aymé se desentiende: no
quiere meditar cómo los hombres acaban teniendo un corazón de piedra. Para eso,
nosotros.
©Enrique Marín
(Fotos @ Enrique Marín)
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