sábado, 12 de abril de 2008

Reverendo regreso:

Marilyn Mansonen el Vive Cuervo Salón:

La intención de Manson fue la de ofrecer un concierto oscuro, al ritmo de rock, con tintes góticos (justo lo que un fan como yo puede desear), y especialmente un concierto intimo. Y es que, en comparación con visitas anteriores y ante públicos masivos, el concepto que presento ante cerca de 3 mil personas no tuvo efectos especiales, crucifijos, ni sangre artificial, pero eso si, mucha cercanía con el publico. Cerca de las 21:20 horas Marilyn subió al escenario, con un cuchillo en la mano adaptado al micrófono, ataviado de negro y con el rostro maquillado. Durante la tocada, cual popstar tuvo más de 6 fashionistas cambios de vestuario, pero el detalle curioso fue que en esta ocasión no mostró el torso desnudo, y su pudor lo limito a tocarse la entrepierna en contadas ocasiones. O decepción para alguien como yo que esperaba ver un show del Grotesco, aunque fuera del Grotesco inmediato como lo había hecho en ocasiones anteriores.

Lo que yo puede reflexionar acerca de este evento es la colectividad en la que entramos los cerca de 3 mil asistentes: No se como de estar asta atrás a la tercer canción yo estaba en primera fila, rozando mi mano con la de Manson y coreando sus canciones, sin importarme que fuera a morir aplastado o asfixiado (una verdadera fobia que duerme en mi), simplemente allí estando, compartiendo con la masa que estaba junto a mi. La energía que se desato fue simplemente exquisita y comparo el momento con una escena teatral en el sentido de la perdida del yo, para pasar a la colectividad. De pronto todos éramos un mismo corazón latiendo. A través de la música fuimos capaces de acceder a esa colectividad; el momento clave fue cerca de la mitad del concierto, donde las 3 mil voces coreábamos perfectamente unidos “im not a slave, to a God that doesn´t exist”. También era comprobable en los momentos donde separaba mis pies del piso y quedaba suspendido entre la masa, pero ya en otro nivel, ya no era la música, ya no era la gente, el sudor, el personaje sobre el escenario, fui capaz de acceder a otro plano donde por algunos instantes algunas cosas de mi mismo ser fueron descubiertas, un cierto tipo de ficción adquirida, por así llamarlo. No entendía porque la gente dice que no puedes morir sin haber asistido a un concierto de rock, ahora ya lo entiendo, y ya casi puedo morir en paz. (Aun me falta sembrar un árbol).

(Fotos: Enrique Marín, si, son de celular)

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