lunes, 21 de abril de 2008

La Comuna:




Together, La Comuna:
De Lucas Moodyson, Dir. Gísli Ôrn Gardansson Gerhart , presentado por la compañía de teatro Vesturport:
Dentro del marco del 24 Festival de México en el centro histórico, se presento como una de las cartas fuertes, esta obra de la compañía Islandesa Vesturport (a mi punto de vista el equivalente nórdico del “Teatro de Ciertos Habitantes” mexicano) con un plus: el actor Gael García Bernal se les uniría en esta puesta en escena. Al entrar al magnifico Teatro de la Ciudad lo primero que llama la atención es la escenografía; una naturalista casa de tres pisos abierta por uno de sus lados para que podamos ver: cocina, sala y un cuarto en la planta baja, tres dormitorios en el primer piso, y una azotea donde los habitantes desahogan frustraciones golpeando, más que tocando, una batería. En esa azotea se planta mariguana, producto de consumo favorito de Salvador (García Bernal), un vasco exiliado del régimen franquista y cuyo cuerpecito es el objeto del deseo del líder de la comuna. El tema habla de lo que ocurre cuando una tranquila comuna hippie setentera se ve alterada por la llegada de Elizabeth y su hija, después de que su marido alcohólico le mete tremenda golpiza. Elizabeth se refugia en la comuna, donde vive su hermano Göran, y a partir de ahí la tranquilidad se ve trastocada: todo cambia demasiado rápido para los habitantes.



La Comuna (Improbable)

Al final Elizabeth regresa con su esposo; claro, después de decidir como acto de liberación que no se rasurará las axilas, y la comuna vive una especie de fiebre feliz que aumenta con la noticia de la muerte de Francisco Franco. Los grandes ideales de la humanidad tratados de manera bastante light, los personajes no acaban de meterse del todo dejando lo tratado en el plano de lo evidente. Interesante aunque no extraordinaria, llena de chistes fáciles que provocan risas de la misma característica. Lo que podría haber sido una interesante reflexión sobre el movimiento hippie de los 70 se queda en la superficie. Es evidente que la atención de la puesta en escena en general esta puesta sobre Gael y en su peluca afro y no en la propuesta escénica por si misma, (lo que me hace reflexionar sobre esa frontera cuando un actor se convierte en personaje por si mismo, ¿Cómo evitar rebasarla?) la obra actoralmente hablando, se la lleva la española Elena Anaya (Lucia y el Sexo, Bendito Infierno, Hable con ella, Van Helsing, etc.) su frescura y presencia se basa tan solo en su capacidad de estar. La obra esta hablada en islandés e Ingles (70% y 30% según datos oficiales) y los subtítulos fueron bastante malos, lo que obliga al espectador a recibirla por otro lado que no es el la razón, aunque al final de cuentas creo que no invita a la reflexión y la obra se te olvida antes de llegar a la Riverplate. (Solo dos esquinas adelante) Los aplausos fueron muchos, pero ninguno de los espectadores se puso de pie más que para abandonar el recinto.

Elizabeth y su hija
(Foto: Cortesia Festival de México en el Centro Historico)

sábado, 12 de abril de 2008

Reverendo regreso:

Marilyn Mansonen el Vive Cuervo Salón:

La intención de Manson fue la de ofrecer un concierto oscuro, al ritmo de rock, con tintes góticos (justo lo que un fan como yo puede desear), y especialmente un concierto intimo. Y es que, en comparación con visitas anteriores y ante públicos masivos, el concepto que presento ante cerca de 3 mil personas no tuvo efectos especiales, crucifijos, ni sangre artificial, pero eso si, mucha cercanía con el publico. Cerca de las 21:20 horas Marilyn subió al escenario, con un cuchillo en la mano adaptado al micrófono, ataviado de negro y con el rostro maquillado. Durante la tocada, cual popstar tuvo más de 6 fashionistas cambios de vestuario, pero el detalle curioso fue que en esta ocasión no mostró el torso desnudo, y su pudor lo limito a tocarse la entrepierna en contadas ocasiones. O decepción para alguien como yo que esperaba ver un show del Grotesco, aunque fuera del Grotesco inmediato como lo había hecho en ocasiones anteriores.

Lo que yo puede reflexionar acerca de este evento es la colectividad en la que entramos los cerca de 3 mil asistentes: No se como de estar asta atrás a la tercer canción yo estaba en primera fila, rozando mi mano con la de Manson y coreando sus canciones, sin importarme que fuera a morir aplastado o asfixiado (una verdadera fobia que duerme en mi), simplemente allí estando, compartiendo con la masa que estaba junto a mi. La energía que se desato fue simplemente exquisita y comparo el momento con una escena teatral en el sentido de la perdida del yo, para pasar a la colectividad. De pronto todos éramos un mismo corazón latiendo. A través de la música fuimos capaces de acceder a esa colectividad; el momento clave fue cerca de la mitad del concierto, donde las 3 mil voces coreábamos perfectamente unidos “im not a slave, to a God that doesn´t exist”. También era comprobable en los momentos donde separaba mis pies del piso y quedaba suspendido entre la masa, pero ya en otro nivel, ya no era la música, ya no era la gente, el sudor, el personaje sobre el escenario, fui capaz de acceder a otro plano donde por algunos instantes algunas cosas de mi mismo ser fueron descubiertas, un cierto tipo de ficción adquirida, por así llamarlo. No entendía porque la gente dice que no puedes morir sin haber asistido a un concierto de rock, ahora ya lo entiendo, y ya casi puedo morir en paz. (Aun me falta sembrar un árbol).

(Fotos: Enrique Marín, si, son de celular)